Estudio Ghibli: Enseñanzas de Vida Vol. I



Alguna vez leí algo que decía más o menos así: “No le des a tus hijos las cosas materiales que no tuviste; bríndales el conocimiento que a ti te hubiera gustado alguien te enseñara”. Yo, comulgo totalmente con esa doctrina.
El cine es una pasión que una de mis tías más queridas, Rosa, me inculcó de niña. Aún recuerdo sus regalos: lápices de colores Prismacolor de estuches preciosos y mil unidades. Playeras personalizadas con diseños increíbles, pintadas a mano y diseñadas por su esposo, Claude, un artista y ser humano a quien admiro mucho. Incontables cuentos y libros que me hubiera encantado conservar para mi hija. Muchos filmes que marcaron mi vida. Música. La ofrenda más importante que me dio: la elección de una vida donde el arte estaba incluido y ese hasta hoy, ha sido el acto más generoso que alguien haya hecho por mí.
El fin de semana vi con mi hija, Galatea un maratón de filmes de Studio Ghibli y no puedo estar más agradecida con Hayao Miyasaki y todo el estudio en general por tan maravillosas enseñanzas de vida que inculcan valores que no sabía como llevarlos a la práctica con ella; todos ellos bellamente animados y casi en su totalidad musicalizados por Joe Hisaishi (久石 譲, Hisaishi Jō) quienes en conjunto te hacen experimentar ensayos hermosos con los que siempre —irremediablemente— terminas haciendo introspección.
Cuando miramos juntas estas historias y nos retroalimentamos; sé que no puedo estar más conectada con otro humano que con ella a sus escasos cinco años. La pequeña niñita que me eligió para ser su mamá.
La hora de dormir llegó y con ella la última selección fue: The Wind Rises. A grandes rasgo un hombre joven apasionado de la aeronáutica se convierte en un importante diseñador de aviones que durante el terremoto de “Kantoi” en 1923 conoce al amor de su vida y al mismo tiempo se convertirá en una de las figuras más reconocidas de la historia de Japón por crear el avión: “Mitsubishi A5M”. ¿Conclusión? Galatea, comentaba emocionada como cada uno de los metrajes le dejaba una enseñanza. De Princesse Mononoke, habría que ser fuerte y que podía ser un una “guerrera” y mujer a la vez sin renunciar a nada; de Totoro, que nunca tenía que dejar de creer para que sus sueños se hicieran realidad. De Chihiro que a pesar de las adversidades el esfuerzo te devolvería al camino correcto. De Porco Rosso, la apariencia no importa; cuando eres auténtico tu “verdadero ser” siempre definirá quien eres. Con Kiki's Delivery Service que la magia y los “súper poderes” existen cuando eres bondadosa de corazón. 崖上的波妞 Ponyo on the Cliff by the Sea, que el amor verdadero al prójimo y la lealtad son valores que nunca hay que olvidar. Arriety, no importa si eres tan pequeña pero tienes grandes cosas por crear y hacer. Cuando llegó a The Tale of The Princess Kaguya pidió para el próximo ‘Halloween’ un kimono porque quiere ser “La princesa de la Luna”; la que teniendo todos los privilegios y riqueza prefirió una vida familiar y sencilla con los amigos y gente que más amaba, los que le dieron sentido de pertenencia.

La realidad es que yo nunca pensé vivir una presencia de criar niños. Siempre, “creí” que no lo merecía. Me rodeé de mucha gente tóxica que me hacía sentir que no valía nada. Haciendo reflexión sé este “accidente” que me convirtió en madre y la en la mujer que soy ¡vale toda la pena de esta existencia! Hoy, me siento (muy) hermosa —con sobrepeso, sin maquillaje, con ropa remendada, lidiando con fantasmas, sin una estabilidad emocional y económica, reconociéndome al espejo como alguien que nunca esperé, con la sonrisa chueca el alma rota, arrugas y cicatrices— pero alguien que se valora a si misma y que nada nunca hará cambiar de opinión, paradójicamente con muchas ganas de vivir. Otra vida depende de la mía y quiero ofrecerle lo que no tuve hasta ser adulta: LIBERTAD y ELECCIÓN. Sin religión ni prejuicios. Mi hija es un ave y volará siempre; conmigo o sin mí, solo espero ser lo suficientemente afortunada para acompañarla a través de su vuelo.

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